Dice la noticia: “Muere tras golpearse con la tapa de un contenedor en Ansoáin”.
Que
una persona muera por caerle la tapa de un contenedor de basura cuando
estaba rebuscando en él resulta una noticia impactante. No había pasado
nunca, pero, si es preciso, acabaremos
por acostumbrarnos como estamos ya acostumbradas a que haya un
creciente número de personas obligadas a esa ocupación. Bastará con
abrir una nueva casilla en la lista de “accidentes” y poner mayor
insistencia en que coger productos de la basura constituye
un delito de robo.
Hubo
un tiempo que en nuestra sociedad nadie rebuscaba en los contenedores
de basura, hace todavía más tiempo no existían los contenedores y tiempo
más atrás casi no existía la basura. La
sociedad de grandes productoras de basura ha dado paso al crecimiento
de las personas rebuscadoras. Riqueza y pobreza van de la mano. Y van
siempre, no accidentalmente, acabando sus días en un contenedor lo que
al rico dejó de servir.
Que
haya personas recogiendo en la basura no es un accidente, forma parte
de lo previsible y programado. El que alguna de ellas sufra algún golpe
con la tapa del contendor también es previsible.
Lo accidental es que ese golpe le produzca la muerte, pero sus
probabilidades aumentan con el incremento de personas rebuscadoras.
Habrá
que tomar diversas medidas de seguridad para combatir estos accidentes:
perseguir más contundentemente el delito de robo de basura, enterrar
nuestros sistemas de recogida, y seguro
que muchas más. ¿No encontraremos ninguna forma de combatir la
asquerosa normalidad que los hace posibles?
Colectivo Malatextos, 21 de junio de 2016
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