ONGI ETORRI

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EL PUENTE



Dicen que están levantado un puente que va unir las costas de Libia con Sicilia. En su construcción no se están utilizando los materiales normales que se usan en estas macro infraestructuras, el cemento y el acero, sino otros mucho más nobles, los huesos, cadáveres y sueños de África.
Los representantes de la UE han confirmado la buena marcha de las obras, no se esperan retrasos si se mantiene este aporte de 600 o 700 personas cada mes. Así mismo, han agradecido al Estado Islámico el compromiso mostrado para cumplir las exigencias en el aporte de víctimas, “sin su colaboración nos sería mucho más difícil cumplir los objetivos marcados”.
A preguntas de los periodistas, han negado categóricamente que el fin de este puente sea facilitar el abastecimiento de crudos y materias primas a Europa, “aunque sí es verdad que, estos aspectos también, se valoraron cuando se puso en marcha el proyecto”, pero ellos nunca pondrían los negocios por encima de las personas, dicen con una media sonrisa socarrona.
Algunas voces se han alzado contra este proyecto estratégico para Europa, denunciando el alto coste en vidas humanas. La respuesta ha sido contundente, “todos admiramos las Pirámides de Egipto o la Gran Muralla China, hoy en día son un gran reclamo turístico y fuente de riqueza para sus pueblos, y nadie se plantea cuántas vidas costaron. Así es el progreso y no tiene sentido cuestionarlo”.

Colectivo Malatextos, 27 de abril de 2015

TTIP y Coles de Bruselas, cita para el 18




Aprendimos a llenar un vaso de agua. Gracias a Tip y Coll hace cuatro décadas, perfeccionamos la técnica de la jarra llena y el vaso vacío ambos orientados boca arriba y en la misma vertical, en un plano superior la jarra coincidiendo en su abertura con la del vaso y al alcanzar ésta una determinada inclinación, vertíase el agua llenando el cáliz de forma casi sobrenatural, como si de un efecto sin causa se tratara.

Como si de otro efecto sin causa se tratase, un tratado hoy se trama, así hasta hoy, de la jarra al vaso como de la risa al miedo, de Tip y Coll al TTIP, entre coles de Bruselas alteradas genéticamente por unos lobbies chacales de chaqué y chistera de poca gracia y mucho pavor, coles abonadas por un contrarrevolucionario sistema llámese coprocracia en rústico, corporocracia para las mentes más cultivadas.

Con el TTIP, Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones entre la Unión Europea y los Estados Unidos, sabrá a poco el castigo sufrido hasta hoy por los países en vías de subdesarrollo de Europa del Sur, pues unos individuos muy malos, representantes de las grandes corporaciones y la clase política, ultiman en secreto este acuerdo que sentaría las bases de un nuevo capitalismo feudal en lo humano, devastador en lo ecológico.

Más allá de una desregulación del mercado, el TTIP, alcanza el infinito y más allá cuando plantea desregular todo, indefinir los derechos humanos, pues todo lo que estos derechos suponen para las personas, para estos individuos tan malos son estorbos, los derechos de las trabajadoras, la protección medioambiental, la alimentación sana y la salud son estorbos para estos individuos tan malos que ansían armonizar las legislaciones de ambas administraciones a la más baja por una sencilla motivación: la codicia hasta perder el juicio.

Codicia hasta perder el juicio sí, pues dado el caso de que cualquiera de los Estados “soberanos” considere que los derechos de sus ciudadanos han sido vulnerados o viceversa, pueden dirigirse a los tribunales de arbitraje entre inversores y Estados, tribunales de arbitraje conformados ad hoc por tres jueces nombrados siempre por la parte inversora.

Supresión del derecho a huelga en lo socio-laboral, al carajo el Protocolo del Coito que nos forniquen sin el condón umbilical que nos une a una madre tierra inmunodeficiente en lo ambiental, la venida de una nueva flora transgénica y una fauna hormonada con Somatotropina Bovina Recombinante y Clorhidrato de Ractopamina en lo alimentario, envenenamiento sistemático de la población con menos recursos gracias a los más de 30.000 fármacos tóxicos prohibidos hoy en Europa y legales en los Estados Unidos…

Gracias a Tip y Coll hace cuatro décadas aprendimos a llenar un vaso de agua. Aprendamos a mojarnos hoy, pues de lo contrario habrá sequía, que todas las riadas humanas que se anuncian para el próximo 18 de abril en ambos continentes desemboquen en el atlántico hasta ahogar a la bestia, desde Iruña llamamos a nuestra marea que confluya a las al 17:30 en el nacedero de la vieja estación de autobuses.

Colectvo Malatextos, 13 de abril de 2015

De nacimientos, elecciones y cambios sociales





Ya ha nacido mi hija. Probablemente o con toda seguridad- me gustaría creer en la probabilidad- la segunda de una saga de explotados. ¡Y mira que me resistía! Sin embargo, esa bendita voz interior, irracional, ajena a cualquier tipo de egoísmo material, que algunas veces nos lleva a hacer lo que debemos y no lo que se espera que hagamos me empujó a dar rienda suelta a nuestra naturaleza. Creo, tampoco lo tengo claro, que nunca me hubiera perdonado que mi otro cabezón fuera a tener una adolescencia caprichosa de hijo solo o una solitaria vida de adulto. La cosa es que ya está aquí y que viendo el panorama que tenemos como sociedad ya comienzo a sentirme el peor padre del mundo. Se pasará, digo lo de la sensación de mal padre, porque para lo del panorama social no sé si tenemos solución.
Partidos, agrupaciones electorales y demás nomenclaturas democráticas que se dan para que todo siga más o menos en las mismas coordenadas de injusticia, se disputan un pseudo poder ajenos a la realidad social que vivimos, una realidad de auténtica parálisis contestataria. A muchos de nosotros nos va simplemente normal, sin pasar estrecheces y, conscientes en mayor o menor grado, actuamos como un verdadero freno contra cualquier atisbo de reacción ante tanta injusticia. Somos muchos los que priorizamos nuestra situación individual a la del grueso del cuerpo social. Somos egoístas. El virgencita, virgencita que me quede como estoy que practicamos en todos los ámbitos de nuestras vidas, condena a otros muchos, siempre demasiados, a una vida de exclusión y desesperanza. Encima, no nos duelen prendas en despojarnos de cualquier tipo de responsabilidad y arrojarla contra quienes más precariamente viven.
Yo no tengo ni idea de quién ganará las próximas elecciones. Tampoco me importa. No por una tendencia nihilista del tipo "todos son iguales". No, porque soy consciente de que no lo son. De hecho, iré y votaré sin ningún tipo de esperanza sabiendo que no es lo mismo UPN que el Partido Canábico pero sabiendo también, que el Poder que conforma la realidad actual, está muy lejos de urnas y escaños. A lo más, si socialmente somos capaces de apretar con algo más de fuerza, podríamos hacer de alguna de estas iniciativas electorales una herramienta a nuestro servicio. En caso contrario, la inercia institucional y la falta de participación harán lo suyo, dejando en vía muerta una posible oportunidad.
La realidad parlamentaria o municipal, no es coincidente con el caldo de cultivo necesario que pudiera provocar un auténtico cambio social profundo y eso es muy grave. Demasiado. Mientras en la calle las personas no nos juntemos más que para tomar vinos, reclamar naciones o participar en eventos solidarios patrocinados por Bancos y empresas, dará igual quién gane las elecciones. Diez, quince o cien parlamentarios no transforman una sociedad que hunde profundamente sus raíces en un bienestar y una libertad estéticos, en la explotación y en la miseria de tres cuartas partes de la Humanidad. La sociedad sólo puede cambiar cuando nos creamos, de una vez por todas, actores principales de nuestro futuro si es que existe. Y si no, no cambiará. Ni para nosotros ni para nuestras hijas. Desolador o no, es como saber que el agua es indispensable para la vida, una de las pocas certezas de las que hago gala y que incluso se tambalea cuando algún compañero la deshace incluyendo el vino como sustitutivo perfecto de tan preciado elemento.
Quizás salir de la parcela de seguridad que esta sociedad nos otorga sea lo único que no hemos probado. Pringarnos, molestarnos, dedicar tiempo, discutir, salir a la calle, asumir responsabilidades, adquirir compromisos... El resto, todo lo que ya hemos experimentado, sabemos a donde nos conduce. Voten con salud pero no esperen grandes cambios si éstos no vienen de un cambio en nuestra propia inercia vital. Nada en este mundo ha cambiado siguiendo instrucciones institucionales aunque quizás esta vez, no sé muy bien por qué, ocurra. Malditas incertidumbres...
Colectivo Malatextos, 9 de abril de 2015