ONGI ETORRI

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QUE SE JODAN LOS POBRES












La radiografía más real de lo que somos, la parte de la sociedad que aún tenemos un trabajo y/o cierto desahogo económico como para acudir alegremente a los llamamientos del consumismo, ya se llamen "semana del pintxo", rebajas, planes prever o puentes de Semana Santa en Praga, por ejemplo, la obtenemos de la campaña que se ha llevado a cabo en Londres bajo el lema "Fuck the poor" (que se jodan los pobres).
Como buenos ciudadanos que somos, y lo son en todas las ciudades de nuestro bendito occidente, la indignación ante la imagen de una persona pidiendo dinero, encartelada con ese eslogan es incalculable. ¡Cómo se puede ser tan insensible con los más desfavorecidos!. La imagen no tiene precio: la gente se para, le increpa, discute...
La cosa cambia cuando la misma persona cambia el cartel por otro que dice: "Help the poor" (ayudemos a los pobres). Eso es otra cosa. La ofensa, al igual que la atención de la gente, desaparece. La gente finta, esquiva, mira al suelo para sentirse invisible ante la interpelación.
Eso es lo que realmente somos: insolidarios y muy, pero que muy cínicos. Digámoslo alto y claro: nos importan una mierda la personas que están pasando dificultades. Dicho de otro modo más digerible y positivo para nuestras delicadas mentes urbanitas: mientras a mi no me afecte ni se requiera de mi ningún esfuerzo, estoy a favor de que nadie pasa estrecheces. Y así de rematadamente mal nos va como personas y como sociedad. Los que ahora tienen algo y hacen el Don Tancredo, muy probablemente, dentro de uno o dos años no lo tendrán.
Que hay que meter alguna hora extra para mantener el ritmo de consumo, se mete. ¡Qué más da que haya seis millones de parados!. Que la compra me sale más barata en grandes superficies, allí que voy ¡qué más da las condiciones laborales de precariedad a las que sometan a su personal!. Que al ayuntamiento se le ocurre hacer un Shopping night, vamos, abrir por la noche los comercios explotando a sus trabajadoras, allí que vamos como borregos. Que el sector de automoción y las autoridades incompetentes nos ofrecen un plan prever, ¡pues coño!, nos cambiamos de coche y de paso echamos una mano al debilitado sector financiero con un préstamo a bajo interés. Que ha salido el Samsung Galaxy 57, pues se pilla, nos hacemos un contrato y que criaturas, que nos son nuestros hijos, se dejen la puta vida rascando en busca de coltán...
¡Eh! pero que pena los negros que saltan la valla, las criaturas que pasan hambre en nuestro entorno, los desahuciados, los que sobreviven de miserables subsidios,...
El problema no es que nos gobierne UPN, Bildu, Geroa Bai o la Tuna de la Complutense. Los gobiernos tienen poco o ningún margen de maniobra, pueden generar un poco más de colchón social, lo que no es despreciable, pero no acabar con el problema de desigualdad y de injusticia social que padecemos y del que ninguno estamos a salvo. Para recomponer eso, debemos cambiar de arriba abajo nuestra forma de vivir. Si realmente queremos que algo cambie, nos toca ir contra nuestros intereses, entendiendo por nuestros intereses, esa forma de vida que gira entorno al poder adquisitivo y los niveles de consumo. De otro modo, nos indignaremos estéticamente ante una persona que nos pida dinero con un cartel que diga "que se jodan los pobres", pero éstos se seguirán jodiendo, cada vez serán más y cada vez en entornos más cercanos hasta alcanzarnos a todos, sin que nadie muestre la menor preocupación por nadie.

Colectivo Malatextos 21-04-14

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