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Navidad en la Corte

Ya es Navidad en el Corte Inglés. Nos invaden un mes antes. Nos invaden la Navidad, nos invaden la vida. Nos llenan de música, de colores y de luz. Falsa luz, falsos colores y falsa música. Todo es por vender. Nos invaden y llenan de mierda.
Si la vida es ansia y vacío, si la Navidad, fin de ciclo anual, sigue teniendo algún componente de fiesta completa en la que se aúnan alegrías y penas, con capacidad para reforzar tanto el ansia como el vacío y enfrentarnos a lo que somos y a lo que no llegamos a ser, a nuestras posibilidades y nuestros límites; si en la vida y en la Navidad hay algo de vida, ahí está el Corte Inglés para invadírnosla, para arrebatárnosla.
En el Corte Inglés todo está a nuestro alcance y nuestras posibilidades son ilimitadas y están ahí aun para quien no puede acceder a ellas, todo es luz y color, todo, alegría y felicidad, todo lleno, invadido. La sociedad de consumo es así: luz exenta de oscuridad, alegría exenta de penas, plenitud exenta de límites. Pero cuando nos quitan los límites y la oscuridad y las penas y el vacío, con ellas se van el ansia y las alegrías y las posibilidades. Lo que nos quitan es la vida, no nos la matan, la reducen, la banalizan.
No nos la matan, sigue el juego del ansia y el vacío, banalizado, amortiguado. Reducida el ansia a apetencia e impulso al consumo, convertido el vacío en simple carencia de cosas, nuestra vida robada deja de vivirse entre el vacío y el ansia para quedar atrapada entre la frustración del último consumo y la ilusión del siguiente.
Así es el final de año, solsticio de invierno que son fechas de tradicional celebración por estas tierras. Primero la Iglesia irrumpió hace siglos. Hoy, el Corte Inglés y sus derivados ocupan progresivamente su lugar, y el nuestro.
Lo más dramático que guardan estas entrañables fechas, como en la vida real, como en la bolsa, es que los pobres desempleados acabarán haciendo, con sudor en la frente, realidad los sueños de los ricos, niños sobre el regazo del Rey de la Corte con su disfraz de puta grima, contratado en precario para hacerles el teatro con esa carta que reclama regalos y no derechos.
¡Qué alegre es la Navidad!, ¡qué triste la vida! en el Corte Inglés.
Colectivo Malatextos 16-12-10

Centenario de la CNT. El movimiento libertario en Navarra

En este año que se acaba se cumplen 100 años del nacimiento de la CNT, la Confederación Nacional del Trabajo. Surge en Barcelona en 1910 a partir del sindicalismo combativo y autónomo que se encontraba al margen de la UGT y de cualquier partido político. Lo que siguió, el auge del movimiento libertario, la práctica extensa del anarcosindicalismo, las grandes figuras, la salvaje represión, etc, es ya conocido y forma parte de una cierta épica que conviene superar de algún modo, aunque sin olvidar ni renegar, si lo que pretendemos es ser una fuerza de presente y de futuro.
No fue precisamente en la católica y tradicionalista Navarra de aquel tiempo donde se forjó el nacimiento de este movimiento, pero lejos de lo que algunas personas puedan pensar, lo libertario ha tenido su arraigo histórico en estas tierras antes de que sus militantes, junto a socialistas, republicanos y nacionalistas, empezasen a llenar las cunetas. El movimiento campesino por la defensa de las tierras comunales desde finales del siglo XIX , tal y como nos explica José Miguel Gastón en su obra “Vivan los comunes”, resultó ser una fértil antesala en la que pudieron arraigarse las sociedades obreras que luego darían paso a la CNT y a la UGT. Así, en los años 20 y 30 hay presencia de sindicatos de la CNT en más de una docena de localidades navarras. De su actividad sindical deja buena constancia Emilio Majuelo en su libro “Luchas de clases en Navarra”, (1931-1936). Hubo acontecimientos y proyectos destacados, hoy poco conocidos, que hablan de esa realidad. Su recopilación y descripción se la debemos principalmente a Juan Jesus Virto Ibañez y, entre otras cosas, podríamos destacar: la huelga de 1920 en las azucareras de la ribera, la proclamación del comunismo libertario en 1932 en Mendavia, la participación en la insurrección de 1933, el activo Ateneo Libertario “Libre Acuerdo” de Allo, mítines, detenciones, clausura de locales, la detención y juicio en Navarra del a posteriori ministro cenetista en el Gobierno Republicano García Oliver,...
Si bien en Navarra hubo presencia organizada, ha sido más destacada y más notable la aportación de figuras relevantes en el mundo ácrata, casi todas conocedoras del anarquismo por haber viajado a Barcelona, Argentina o a París: Gregorio Suberviola, miembro del legendario grupo “Los Solidarios”, junto a Durruti y Ascaso. Miguel Yoldi, el librero de la bajada de Javier que llegó a ser secretario General de la CNT y que acompañó a Durruti en sus últimos días de vida. Aurelio Iñigo, quien impulsó el Ateneo “Libre acuerdo” en su Allo natal, convirtiéndose esta localidad en un hervidero de ideas libertarias. Vicente Moriones, que pasó a luchar en la Resistencia en Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Honorino Arteta, cenetista que fue acordeonista de la peña La Veleta, impulsora de la actual vestimenta de sanfermines, que fue superviviente de los fusilamientos de Valcaldera, tras lograr huir herido. Mucho más cercano en el tiempo, Lucio Urtubia, el anarquista que puso en jaque al poderoso Citibank. Entre las mujeres, sin apenas presencia en la militancia organizada pero sí y mucha en la anónima actitud cotidiana, destacaríamos a Blasa Roncal, de Allo, que al ser tempranamente detenida, tras el golpe militar del 36, se enfrentó valientemente a quienes la intentaron violar y después la mataron.
Galo Vierge, cenetista pamplonés, nos dejó un tesoro escrito con su libro “Los culpables”, en el que nos ofrece un relato de cómo acontecieron los hechos en la Iruñea del 36, totalmente alejada de la versión oficial, la versión de quienes se impusieron con las armas y la represión. Refleja también su propia experiencia personal y militante, a través de la cual somos capaces de conocer los rasgos que definían al militante de la CNT de aquella época: honestidad, generosidad, inquietud constante, el gusto por la difusión de las ideas y de la cultura,... Este mismo perfil es el que la familia del fusilado lakuntzarra, Lázaro Alegría, nos transmitiría en el homenaje que le hicieron hace pocos años en su pueblo natal, o el que se puede extraer de los relatos que el contradictorio estellés Juan Satrústegui hace de sus experiencias en círculos cenetistas y faístas de Tierra Estella.
El exilio y el asesinato de cenetistas durante la guerra civil, borraron durante décadas, los grises años del franquismo, los colores rojo y negro de la geografía navarra. No será hasta finales de los años 70 cuando se comienza a reunir de nuevo un grupo clandestino de la CNT en los locales de las Canosianas de la Txantrea. Más tarde se conseguiría un local en la calle Jarauta gracias a la aportación económica de cenetistas navarros exiliados en Francia. En ese momento ya participaban decenas de afiliados y afiliadas en el sindicato, con el entusiasmo de trabajar por impulsar la nueva CNT.
No obstante, la refundada CNT navarra no será ajena a los efectos de las maniobras político-policiales que lograron mermar la influencia del anarcosindicalismo, como el caso Scala (Barcelona), ni a los cismas internos, que se dieron en el resto del estado. El resultado fue una importante merma en su actividad y proyección. De aquel núcleo de la calle Jarauta surgirán lo que hoy son la CGT y la CNT navarras. Siguieron trayectorias muy distintas, pero reclamándose ambas de un mismo origen y aspiración libertaria, en su afán de ir reconstruyendo su alternativa.
Tras la dictadura, no es sólo en el ámbito sindical en el que vuelven a tomar forma los valores libertarios. Sin querer patrimonializar ningún movimiento, pues nada habría más alejado de la realidad, sí que parece apropiado resaltar que los principios antiautoriatarios, asamblearios, antimilitaristas y autogestionarios del anarquismo, han tenido peso y presencia en importantes luchas que se han dado en Navarra como la de la insumisión o la okupación, así como en colectivos ecologistas antidesarrollistas, en distribuidoras anticomerciales, radios libres, iniciativas anticarcelarias, etc, o en el propio movimiento punk y fanzinero, que tanto auge alcanzó en los años 80. Además se han formado a lo largo de estos años distintos colectivos de carácter ácrata, efímeros muchas veces, como Izar Beltza, Disidenteak Betiko, Iniciativa por el Descenso Electoral, Panktera Rosa, Herria, Rosa Negra, Subeltz, Sorginkale Banaketak ...
Hoy, en una sociedad muy diferente a la de los años 30 y a la de los años 80, en la que el individualismo y el consumo son el exponente de la vida social, en la que la inmigración nos ha acercado la cruda realidad que nuestro “bienestar” genera en el resto del mundo, mantenemos con mucho esfuerzo nuestra presencia y nuestro discurso en el ámbito sindical, social, divulgativo o de la recuperación de la memoria. Aspiramos a contagiar el sueño libertario que nos dejaron militantes de antaño, alcanzar una sociedad más horizontal, igualitaria, libre y autogestionaria. El cambio social, preconizado en aquellos tiempos tan duros, se hace hoy más necesario que nunca, en un mundo desigual, infeliz, competitivo y desarrollista que condena a la miseria a la mayor parte de la humanidad y que va destruyendo el planeta. Nos queda encontrar formas de pelea más adecuadas y eficaces, acordes con la actual coyuntura social, ecológica e internacional. En esas estamos, en esas seguimos, intentando despejar las negras tormentas.
Colectivo Malatextos 1-12-10